martes, 18 de junio de 2019

Amad y orad por los que te persiguen….

 

 
2 Corintios 8,1-9
Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros.
En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis; distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.
Palabra de Dios

 
Hoy la primera lectura tiene como objetivo motivar a los cristianos a mostrar su solidaridad económica como es a través de un proyecto grande: una colecta para apoyar a los cristianos de Palestina. Para entender el pasaje hay que situarnos en el contexto. Estas comunidades estaban sufriendo persecución por causa a la conversión del cristianismo y ese era el motivo que Pablo tenía para ayudarles. Esto no era sólo asunto de recolección de dineros. Esta gran colecta era entre otras cosas un signo visible de unidad. Y esto, ya hermoso en sí mismo y se hacía más significativo por una circunstancia: se trataba de la unidad entre los convertidos del judaísmo y los convertidos del paganismo. Esto es lo que hace un apóstol, dar signos claros de la presencia solidaria y apoyo generoso,  allí donde antes sólo habían germinado el odio, la ironía y el resentimiento.

 
Los cristianos debemos ser eso, signos de unidad, como decía Jesús, “ no les impidáis que hagan el bien “. Si somos cristianos, si  decimos ser que amamos a Jesús, entonces que se nos note la unidad de los cristianos, esto significa católico o los diferentes denominaciones del protestantismo para hacer el bien en todo momento y apoyarse entre unos y otros con generosidad.   
Es bien interesante ver como Pablo argumenta su petición.  Ante todo, quiere que los fieles sean conscientes para descubrir el bien recibido. Sin humillarlos les recuerda los tesoros que han llegado a sus vidas por el ministerio del Evangelio, porque sabe que sólo puede dar el que ha recibido. Mientras el egoísmo pregunta qué gano yo, el amor pregunta qué puedo hacer.

 
Pidámosle al buen Dios que nos ayude para que seamos signo de amor como cristianos y demos señales a las comunidades creyentes las cuales deben apoyarse y que toda contribución verdadera y generosa nace al descubrir cuánto nos ha enriquecido el amor de Dios en Cristo Jesús.

 
Salmo 145 " Alaba, alma mía, al Señor"

 
Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Palabra de Dios

 
Hoy el evangelio nos trae una perla como es “  Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen “.

 
Es hermoso sentirse uno amado sin merecerlo pero es difícil amar a alguien si creemos que no se lo merece. El que se conoce a profundidad y además ha sentido el verdadero amor de Dios puede afirmar lo que acabe de decir.

 
Una de las dificultades del ser humano es perdonar, amar al que nos ofendió, al que nos hizo daño, al que nos levantó falsas calumnias. Desde lo humano siempre será imposible pero tu decides que cargas o que dejas. Amad a nuestros enemigos es más bien mirarlos con los ojos de Dios. Preguntarse “ Qué haría Jesús en mi lugar “, “ Cómo actuaría “, “ Porque la persona me dijo esto o aquello, porque actuo de esa manera “, en otras palabras entender la vida del otro, tratar de entender su historia.
Suena hasta bonito pero para entender al otro por eso hay que conocernos primero a nosotros mismos a profundidad. Hay que reconocer que nosotros no somos ángeles y no somos perfectos, de la misma manera los demás no son ángeles y no son perfectos. Si yo tengo debilidades, el otro también las tiene. Si nosotros tenemos miedos e inseguridades, el otro también las tiene. Si nosotros a veces actuamos desde la ira y el enojo, el otro también lo puede hacer. Si nosotros usamos palabras hirientes fácilmente el otro también las usa.  Cuando te das cuenta de la misericordia que Dios ha tenido contigo y Él no te ha tratado conforme a tus pecados, entonces quien eres tu para no practicar la misericordia con tu hermano? Que no se lo merece algunos dirán, y preguntate tu “ Sera que tu te lo mereces ante los ojos de Dios? 

 
Pidámosle al Señor que nos ayude a transformar nuestro corazón de piedra por uno de carne, porque El solo lo puede lograr ya que su amor manifestó en la Cruz de Cristo. Danos la gracia de alcanzar ese amor que ama a los enemigos, los perdona y además intercede por ellos.  Gracias al regalo del amor que nos ofreces para que quedemos empapados de el, porque el amor de Cristo nos abre hacia el otro capaces de superar las barreras de las propias debilidades y de los propios prejuicios. Permítenos Señor a que El amor de Tu Hijo Jesús inunde nuestro ser para poder ser puentes de fraternidad. Amen.

 
Dios te bendiga,

 
Alabado sea Jesucristo!!!!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero
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