martes, 4 de junio de 2019

El mejor testamento que le puedes dar a tus hijos es que conozcan verdaderamente a Cristo.


Hechos 20,17-27
En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: "Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu.
No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios."
Palabra de Dios


Salmo 67 " Reyes de la tierra, cantad a Dios"

Juan 17,1-11a
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti."
Palabra de Dios


Hoy la primera lectura y el evangelio tiene un toque muy especial porque es la despedida de Pablo a la Iglesia de Efeso y la despedida de Jesús a sus discípulos.  Y esta debería ser nuestra palabras antes de partir de esta tierra.

Pablo presiente el final de su camino y  movido por este sentimiento, abre su corazón ante los principales de la comunidad de Éfeso. Las palabras que hemos recibido en la primera lectura son, pues, una especie de testamento espiritual que nos permite alcanzar a ver la calidad de la entrega de este hombre de Dios, que con palabras, obras y padecimientos mostró en todo ser testigo del Crucificado y Resucitado.

Un verdadero apóstol es quien une la humildad y la caridad, la paciencia y la diligencia.  Es delicado para consolar y fuerte para exhortar; sabio en su palabra y sencillo en su exposición; oportuno en la enseñanza y generoso para con todos. No está centrado en sí mismo sino en Aquel que le ha enviado y por consiguiente todo lo juzga no en función de su provecho o gusto sino en relación con el noble objetivo que esa alma no se pierda.

Un verdadero apóstol es quien es un soldado que permanece atento y libre para cambiar su rumbo según la estrategia que le sea revelada. Con la mirada puesta en su meta de nada se apega particularmente y a nada teme demasiado. Hace su obra y se aparta con discreción. Es responsable pero no obsesivo; alegre, pero no disipado; sencillo, pero no ingenuo; audaz, pero no temerario.

En el evangelio vemos es el corazón de Cristo abierto a la oración por sus discípulos y por el mundo entero.

Jesús dice “ "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique… “  Parece extraño que el mismo Cristo pida ser glorificado. Algunos pensarán que es una señal de grandeza todo lo contrario es una señal de caridad para con nosotros. Quien siendo Dios decide bajar y morir por nosotros? Quien es capaz de tolerar las humillaciones? Su amor por cada uno de nosotros es tan grande que quiso buscar a sus ovejas perdidas. Descubrir ese amor es una gracia que brota de ver la “gloria” de Jesús en su tormento y la “revelación” de Jesús en su rostro desfigurado. Sigue la lectura “  Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese”.

Jesús no perdió el objetivo de su misión. El reconoce que que la misión viene del Padre Dios y Él los devuelve al Padre, “ Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. De la misma manera Dios nos da una misión, por ejemplo los que somos padres de familia, nuestra responsabilidad es dar a conocer a Cristo y que nuestros hijos crezcan en la vida cristiana.

Por último Jesús hace una oración de intercesión. Esta oración brota de la estrecha unión entre Cristo y el Padre.  “ Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.". Es por eso que Jesús les dice  a sus discípulos “ Solo ustedes necesitan mi Espíritu que yo les enviaré cuando llegue a donde mi Padre “. Esa comunión entre Dios y Cristo hace posible que la Luz Divina ilumine de repente todo cuanto existe y en los cielos se revela el sublime amor de Dios por su creatura.

Qué aprendemos de todo esto nos preguntamos, cuál es la aplicación para nuestra vida?
Quiero empezar con una frase de San Agustín “ tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé, y yo te buscaba a fuera y tú estabas dentro “.
Algunos piensan que ser exitosos o que el mejor regalo que les puedan dar a sus hijos es el estudio, que sean talentosos en algún deporte o en un instrumento, que tengan propiedades, dinero en el banco, estar bien casados, etc. Recordemos que todo se acaba, la belleza física, el dinero, la salud, la popularidad, etc.

Una de las tantas bendiciones que Dios me ha regalado es poder estar cerca de las personas de la tercera edad. Algunos veo en sus caras tristeza, miedo, nostalgia, alegría, paz, rabia, amor, tranquilidad. Fácilmente uno se da cuenta quien se preocupó en su vida por crecer en la vida espiritual  y quienes no. Por eso cuando llegan los momentos de dificultad ambas personas lo enfrentan de una manera muy diferente. Quien no tiene a Dios en su corazón o nunca se preocupo vivir a la manera de Cristo sus rostros reflejan tristeza, miedo, nostalgia, viven cada día sin esperanza y sienten rabia. El problema que ese veneno no solo ellos se lo están tomando sino que además quieren envenenar a los que están cerca de ellos.  Quien tiene a Dios en su corazón sus rostros reflejan paz, alegría,  tranquilidad, amor y viven cada día con esperanza.
Tu y yo tenemos la responsabilidad de amar y servir a Dios desde lo que somos, como madres o padres de familia, ciudadanos, hijos, maestros. Hay que servir a Dios con fidelidad y obediencia. Ser testigos y dar testimonio del evangelio con una vida íntegra y coherente. También buscar la conversión  personal y la de nuestros hermanos, corregir al que está por mal camino desde la fraternidad, y hay que ser generosos con todas las bendiciones materiales y espirituales que el Buen Dios nos ha dado, no reservarse nada para nosotros. Solo así seremos unos verdaderos testigos de Cristo y verdaderos discípulos del Maestro.

Señor qué grande es tu amor por cada uno de nosotros que antes de pedirnos algo, tu primero lo hiciste. Serviste a nuestro Padre Celestial con amor, fidelidad y obediencia, ayúdanos a servir como tú. Tu quien diste testimonio del amor de Dios en cada obra que hiciste, danos la gracia de llevar una vida coherente con el evangelio que es de fe, esperanza y de amor. Tú que diste la vida para que alcanzaramos el perdón de nuestros pecados ayúdanos a perdonar a aquellos quienes nos ofenden y a acercarnos al sacramento de la confesión. Como también animar para que otros se conviertan y se enamoren de Cristo. Tu que fuiste generoso con todos los dones que el Buen Dios te Dios, ayúdanos a desgastar la vida por ti porque No vamos hacia Dios caminando, sino amando. Amen.

Dios te bendiga,

Alabado sea Jesucristo!!!


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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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