2 Corintios 1, 1-7
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.
Palabra de Dios
Hoy la primera lectura es preciosa porque nos afirma que nuestros sufrimientos no los padecemos solos, nuestro Padre de misericordia y Dios de consuelo siente nuestros sufrimientos y nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha.
Todos hemos pasado por tristeza en nuestras vidas. El dolor es un visitante permanente en la vida humana. Pero así como aparece el sufrimiento llega también el consuelo. Es importante que el ser humano viva estas dos experiencias porque sabe que es sentirse triste y esto nos ayuda a practicar misericordia con aquellos que padecen la tristeza.
La consolación nos ayuda a reconstruir algo que ha quedado en ruinas después de un fracaso, un dolor profundo, una decepción fuerte o de una pérdida irreparable. Para reconstruir es un proceso que pide comprensión, paciencia, una dosis de ternura, pero también mucha sabiduría para afianzar los cimientos que aún están en pie y que serán la base de un posible y deseable futuro. Pienso por ejemplo de aquellas personas que han sufrido la infidelidad en su pareja. Volver a tener confianza hacia el amado se requiere no solo un esfuerzo de la voluntad humana sino también una ayuda desde lo alto. La consolación nos la da Jesucristo y Él sí que es capaz de reconstruir lo que está agrietado en nuestro corazón, esas heridas que quizás desde lo humano es imposible sanar. Solo lo que Jesús necesita es que nosotros lo dejemos entrar y dejarlo entrar es dejarlo que nos ame.
También se necesita una dosis de comprender al otro, que no es más que ponerse en sus zapatos. Entender su historia, sus miedos. También se necesita un sobredosis de paciencia, porque el daño que hemos causado pasa factura. La paciencia purifica los sentimientos, el orgullo, las ansiedades. También se necesita una dosis de ternura para demostrar al otro lo importante que es. Por último sabiduría para afianzar los cimientos que aún están en pie, y aquellos cimientos que no aseguran que la firmeza de la construcción repararlos a fondo para que sea posible una estructura firme y que perdure en los años.
Volvemos a preguntarnos porque hay tribulación y consolación?
Dios que es lleno de sabiduría sabe que ningún ser humano podría vivir en tribulación todo el tiempo pero tampoco es bueno para nuestra alma vivir siempre en una vida llena de consuelo. La vida espiritual cristiana necesita trabajar como el corazón, necesita contracciones, sístole y diástole. Si el corazón permanece contraído le da un infarto y si el corazón no se contrae y está relajado, osea un corazón perezoso también sufre un infarto. Las adversidades nos hacen avanzar, y las prosperidad nos ayudan a bendecir. Los descansos nos permitan cansar y las tribulaciones nos hagan orar . El Espíritu Santo es como un marcapaso del corazón que le da el ritmo a nuestra vida. El nos ayuda ver que los éxitos y fracasos no como mis grandes triunfos o mis grandes fracasos, sino que vemos que todo eso que nos sucede son los ritmos que Dios le pone a mi vida para que no se detenga, para que avance, para que sea ese peregrino que va hacia la casa del Padre.
Quien es el que nos puede ayudar para que nuestra relación personal , familiar y conyugal se reconstruya? Dios es el experto en eso de consolar y reconstruir. Nuestro consolador es quien mejor nos conoce y ama. Y el Espíritu Santo es quien nos da el ritmo de nuestra vida para que no se detenga.
Salmo 33 " Gustad y ved qué bueno es el Señor"
Mateo 5,1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."
Palabra de Dios
Hoy el evangelio nos habla de las bienaventuranzas. De ellas podemos aprender tres cosas:
La primera enseñanza es que la bienaventuranzas nos muestra el corazón de Cristo porque vemos que El llega no para abolir la ley de Moisés sino que Jesús llega para darle plenitud a la Ley.
La segunda enseñanza es que las bienaventuranzas son la ruta que nos conduce a la verdadera felicidad. Si decimos que la bienaventuranzas nos conduce a la verdadera felicidad tenemos también que comprender que ese camino es estrecho. Recordemos que Jesús dice en un evangelio, que el camino ancho te lleva a la perdición.
La tercera enseñanza de las bienaventuranzas es que las bienaventuranzas nos describe la vida de los santos. Como alguna vez escuche “ El Santo fue aquel que dejó brillar el rostro de Dios es cada cosa que hizo “ . Si ponemos atención cuando van a canonizar a un santo lo que destacan las homilías de los Papas en la canonización es como vivió las bienaventuranzas. Algunos Santos vivieron con más profundidad ciertas bienaventuranzas que otros, por ejemplo Dichosos o bienaventurados los pobres en el espíritu, dichosos los que lloran, dichosos los sufridos, dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, dichosos los misericordiosos, dichosos los limpios de corazón, dichosos los que trabajan por la paz, dichosos los perseguidos por causa de la justicia, dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Es por eso que decimos que el santo por excelencia es Cristo porque El cumplio a cabalidad las bienaventuranzas y nos dejó ver el corazón de Dios.
Señor qué grande es tu amor por nosotros y que grande es tu sabiduría. Ayudame a sintonizarme con el ritmo de Dios desde la gracia y con la unción del Espíritu Santo, para entender que todo lo que Tu permites que me pase es para darle ritmo a mi vida. Porque cada adversidad me ayuda avanzar y a crecer en la fe; las bendiciones que vienen de ti es para poder bendecir a otros. Gracias por el ritmo que le pones a mi vida porque así mi alma no se detiene sino que está en constante movimiento hacia ti. Que bello es conocer tu corazón Señor y cuánto me falta por tener tus mismos sentimientos al revisar cada bienaventuranza. Dame la gracia de alcanzar la santidad de los santos que dejaron brillar el rostro de Dios en cada obra de amor que hicieron en esta tierra, Amen.
Dios te bendiga,
Alabado sea Jesucristo!!!!
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† Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
Sandra Yudy Zapata Escudero
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