LA AMISTAD VERDADERA ES PERFECTA Y CONSTANTE
Jonatán, aquel excelente joven, sin atender a su estirpe regia y a su futura sucesión en el trono, hizo un pacto con David y, equiparando el siervo al Señor, precisamente cuando huía de su padre, cuando estaba escondido en el desierto, cuando estaba condenado a muerte, destinado a la ejecución, lo antepuso a sí mismo, abajándose a sí mismo y ensalzándolo a él: Tú -le dice-serás el rey, y yo seré tu segundo.
¡Oh preclarísimo espejo de amistad verdadera! ¡Cosa admirable! El rey estaba enfurecido con su siervo y concitaba contra él a todo el país, como a un rival de su reino; asesina a los sacerdotes, basándose en la sola sospecha de traición; inspecciona los bosques, busca por los valles, asedia con su ejército los montes y peñascos, todos se comprometen a vengar la indignación regia; sólo Jonatán, el único que podía tener algún motivo de envidia, juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo, aconsejarlo en tan gran adversidad y, prefiriendo la amistad al reino, le dice: Tú serás el rey, y yo seré tu segundo. Y fíjate cómo el padre de este adolescente lo provocaba a envidia contra su amigo, agobiándolo con reproches, atemorizándolo con amenazas, recordándole que se vería despojado del reino y privado de los honores.
Y, habiendo pronunciado Saúl sentencia de muerte contra David, Jonatán no traicionó asu amigo. ¿Por qué va a morir David? ¿Qué ha hecho? Él se jugó la vida cuando mató al
filisteo; bien que te alegraste al verlo. ¿Por qué ha de morir? El rey, fuera de sí al oír estas
palabras, intenta clavar a Jonatán en la pared con su lanza llenándolo además e improperios: ¡Hijo de perdida -le dice-; ya sabía yo que estabas confabulado con él, para
vergüenza tuya y de tu madre! Y, a continuación, vomita todo el veneno que llevaba
dentro, intentando salpicar con él el pecho del joven, añadiendo aquellas palabras capaces
de incitar su ambición, de fomentar su envidia, de provocar su emulación y su amargor:
Mientras el hijo de Jesé esté vivo sobre la tierra, tu reino no estará seguro.
¿A quién no hubieran impresionado estas palabras? ¿A quién no le hubiesen provocado
a envidia? Dichas a cualquier otro, estas palabras hubiesen corrompido, disminuido y
hecho olvidar el amor, la benevolencia y la amistad. Pero aquel joven, lleno de amor, no
cejó en su amistad, y permaneció fuerte ante las amenazas, paciente ante las injurias,
despreciando, por su amistad, el reino, olvidándose de los honores, pero no de su
benevolencia. Tú -dice-serás el rey, y yo seré tu segundo.
Ésta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja
corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por
la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a pesar de tantos
golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que provocada
por tantos ultrajes, permanece inmóvil. Anda, pues, haz tú lo mismo.
¡Oh preclarísimo espejo de amistad verdadera! ¡Cosa admirable! El rey estaba enfurecido con su siervo y concitaba contra él a todo el país, como a un rival de su reino; asesina a los sacerdotes, basándose en la sola sospecha de traición; inspecciona los bosques, busca por los valles, asedia con su ejército los montes y peñascos, todos se comprometen a vengar la indignación regia; sólo Jonatán, el único que podía tener algún motivo de envidia, juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo, aconsejarlo en tan gran adversidad y, prefiriendo la amistad al reino, le dice: Tú serás el rey, y yo seré tu segundo. Y fíjate cómo el padre de este adolescente lo provocaba a envidia contra su amigo, agobiándolo con reproches, atemorizándolo con amenazas, recordándole que se vería despojado del reino y privado de los honores.
Y, habiendo pronunciado Saúl sentencia de muerte contra David, Jonatán no traicionó asu amigo. ¿Por qué va a morir David? ¿Qué ha hecho? Él se jugó la vida cuando mató al
filisteo; bien que te alegraste al verlo. ¿Por qué ha de morir? El rey, fuera de sí al oír estas
palabras, intenta clavar a Jonatán en la pared con su lanza llenándolo además e improperios: ¡Hijo de perdida -le dice-; ya sabía yo que estabas confabulado con él, para
vergüenza tuya y de tu madre! Y, a continuación, vomita todo el veneno que llevaba
dentro, intentando salpicar con él el pecho del joven, añadiendo aquellas palabras capaces
de incitar su ambición, de fomentar su envidia, de provocar su emulación y su amargor:
Mientras el hijo de Jesé esté vivo sobre la tierra, tu reino no estará seguro.
¿A quién no hubieran impresionado estas palabras? ¿A quién no le hubiesen provocado
a envidia? Dichas a cualquier otro, estas palabras hubiesen corrompido, disminuido y
hecho olvidar el amor, la benevolencia y la amistad. Pero aquel joven, lleno de amor, no
cejó en su amistad, y permaneció fuerte ante las amenazas, paciente ante las injurias,
despreciando, por su amistad, el reino, olvidándose de los honores, pero no de su
benevolencia. Tú -dice-serás el rey, y yo seré tu segundo.
Ésta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja
corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por
la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a pesar de tantos
golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que provocada
por tantos ultrajes, permanece inmóvil. Anda, pues, haz tú lo mismo.
Responsorio Sir 6, 14. 17
R. El amigo fiel es un refugio seguro; * el que lo encuentra, encuentra un tesoro.
V. El que teme a Dios encontrará al amigo fiel: según es él, así será su amigo.
R. El que lo encuentra, encuentra un tesoro.
V. El que teme a Dios encontrará al amigo fiel: según es él, así será su amigo.
R. El que lo encuentra, encuentra un tesoro.
Oración
Oremos:
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás
dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro
Señor Jesucristo.
dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Amén.
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