miércoles, 5 de febrero de 2020

DE LOS OPÚSCULOS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Los hermanos que van entre sarracenos y otros infieles pueden tratar con ellos Espiritualmente de dos maneras. La primera: que no muevan contiendas ni discusiones, mas sean sujetos a toda humana creatura por Dios y confiesen siempre que son cristianos. La segunda: que, cuando vieren ser voluntad de Dios, anuncien su palabra, para que crean en Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en el Redentor y Salvador del mundo, Hijo del Padre eterno, y para que se bauticen y hagan cristianos; porque el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Estas y otras cosas que fueren de la voluntad del Señor puedan decir a los infieles, porque dice el Señor en el Evangelio: A todo aquel que me reconozca ante los hombres lo reconoceré yo también ante mi Padre que está en los cielos. Y de aquel que se avergüence de mí y de mi doctrina se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga revestido de su gloria, de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles.

Y todos los hermanos, dondequiera que estuvieren, acuérdense que hicieron entrega de sí mismos y dejaron sus cuerpos a nuestro Señor Jesucristo, porque dice el Señor: Quien pierda su vida por amor a mí la salvará. Dichosos los que padecen persecución por razón del bien, porque de ellos es el reino de Dios. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra. Dichosos seréis cuando los hombres os aborrezcan y os insulten y proscriban.y persigan vuestro nombre como infame y propalen contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos entonces y saltad de gozo, porque grande será en los cielos vuestra recompensa. A vosotros, amigos míos, os doyeste consejo: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero después de esto ya no pueden hacer otra cosa. No os alarméis, pues, siendo constantes, salvaréis vuestras vidas. Y el que persevere hasta el fin se salvará.

RESPONSORIO

R. Caí en tristeza y angustia * e invoqué el nombre del Señor.
V. Torre fortísima es el nombre del Señor, en él esperé y fui socorrido.
R. E invoqué el nombre del Señor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que te dignaste aceptar la sangre de san Felipe de Jesús como una primicia de la fe de nuestro pueblo, concédenos, por su intercesión, madurar en esa misma fe, para que demos testimonio de ella no sólo con las palabras, sino sobre todo con los actos de nuestra vida diaria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

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