lunes, 27 de septiembre de 2021

Cuál es mi compromiso para introducir el bien en el mundo? ¿Cómo quisieras que te recordarán?

 


Cuál es mi compromiso para introducir el bien en el mundo? ¿Cómo quisieras que te recordarán?


Primera lectura
Lectura de la profecía de Zacarías 8,1-8:
Vino la palabra del Señor del universo diciendo:
«Esto dice el Señor del universo:
Vivo una intensa pasión por Sión, siento unos celos terribles por ella».
«Esto dice el Señor:
Voy a volver a Sión, habitaré en Jerusalén.
Llamarán a Jerusalén “Ciudad Fiel”, y al monte del Señor del universo, “Monte Santo”».
«Esto dice el Señor del universo:
De nuevo se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén; todos con su bastón, pues su vida será muy larga.
Y sus calles estarán llenas de niños y niñas jugando».
«Esto dice el Señor del universo:
Y si el resto de este pueblo le parece imposible que suceda esto en aquellos días, ¿será también imposible a mis ojos?». - oráculo del Señor del universo -.
«Esto dice el Señor del universo:
Aquí estoy yo para salvar a mi pueblo de Oriente a Occidente.
Los traeré y vivirán en Jerusalén; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en fidelidad y justicia».
Palabra de Dios


La Palabra de Dios nos trae esperanza en el hoy y en el futuro. Dios siempre ha salvado el Pueblo y quiere que ellos no olviden y nosotros tampoco. A veces nos puede suceder que se pierda la esperanza porque vemos que es un sueño imposible de alcanzar, un presente y un futuro mejor.  

Dios se presenta con dos cualidades “ Seré su Dios en fidelidad y justicia “.
Dios es fiel a nosotros incondicionalmente, El nos bendice, nos cuida, nos protege independientemente de lo que hagamos y dejemos de hacer. La misma escritura nos dice “ El hace salir el sol a los buenos y malos de corazón”. Preguntémonos si nosotros somos fieles a sus enseñanzas?  Nosotros somos fieles a su amor? Pero para responder esto necesitamos ser conscientes de que es lo que Dios nos quiere salvar, de que es lo que Él nos quiere cuidar. Entonces, la promesa de salvación por parte de Dios ¿despierta algún interés real en mi vida? ¿Encuentra eco dentro de mí? ¿Por dónde andan mis búsquedas de salvación? ¿En quién o en qué pongo mi esperanza?

En la lectura el profeta nos dibuja la salvación de Dios de una manera muy gráfica y sencilla y es que las calles de Jerusalén estarán pobladas de ancianos y ancianas, que se sentarán tranquilos, chiquillos y chiquillas que jugarán en ellas… El mensaje es “ estar sentados tranquilos “. Algunos piensan por ejemplo que no hay problema como malgastar esta vida porque al fin de cuentas cuando dejemos este mundo, Dios nos va a perdonar nuestros pecados y todo estará bien. La salvación no es solo para después de la muerte, Dios nos está salvando siempre. El Señor nos salva de las tristezas, del agobio, de la desesperanza, de la falta de perdón, del orgullo, de la falta de caridad, de tantas cosas que no nos hacen felices y hacer feliz a los demás.  Experimentar la salvación de Dios supone ponerse a la tarea de “vencer al mal con el bien”, no porque sea una obligación sino porque es el único modo de sentirse felices en lo profundo.

Revisa a tu alrededor, en tu familia, en tu grupo de amigos, cuales son los males, personales y colectivos que nos azotan hoy? ¿Cuál es mi compromiso para introducir el bien en el mundo?

Salmo 101,16-18.19-21.29.22-23 R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro».
Palabra del Señor

Uno de los males que todos padecemos es querer ser reconocidos, el ser admirados, en que nos tengan en cuenta, en que nos valoren. Eso les sucedió también a los discípulos.

Normalmente entendemos por “poder” la capacidad para someter a las cosas, o a las personas a la propia voluntad. Para Jesús el poder es otra cosa, el poder verdadero, el auténtico... es la donación de sí mismo, enteramente, a la causa del Reino de Dios.

Donarse a sí mismo es servir sin importar que te vean, que te aplaudan, o que te reconozcan. Donarse a sí mismo es ofrecer el perdón sin importar si la otra persona te lo acepta. Donarse a sí mismo es ayudar al otro sin esperar nada a cambio. Donarse a sí mismo es amar aunque no seas amado. Donarse a sí mismo es hacer el bien a pesar de que recibas calumnias y maldad. Es por eso que Jesús toma a un niño (de su época, no de la actual) y nos invita a hacernos como ellos. El niño era el prototipo de los que no cuentan: ningún poder, ningún control, ninguna importancia, total dependencia…Ser como niños es tener la convicción que quien nos sostiene es Papito Dios y obedecemos lo que Él nos pide que hagamos desde el amor .  

No creamos que por estar “ cerca de Jesús “ merecemos un lugar principal. Parece lógico y normal. Pero Jesús al poner delante a un niño nos enseña que hay que hacerse esclavo y servidor para ser el más importante.

Mi amado Jesús, hoy me dices que el mayor poder no está en la capacidad para someter a las cosas, o a las personas a la propia voluntad, sino que el poder verdadero, el auténtico... es la donación de sí mismo, enteramente, a la causa del Reino de Dios que no es más que donarse a sí mismo desde Tu amor.  Dame la gracia de ayudar al otro sin esperar nada a cambio, la capacidad de amar aunque no sea amad@, de hacer el bien a pesar de que reciba calumnias y maldad. Dame tu corazón Señor para poder amar de verdad, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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