martes, 28 de septiembre de 2021

Nuestro testimonio de vida da pie para que los demás puedan decir esto? “ Queremos ir con vosotros porque hemos oído decir que Dios está con vosotros”

 


Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías 8,20-23:
«Esto dice el Señor del universo:
Vendrán igualmente pueblos y habitantes de grandes de ciudades.
E irán los habitantes de una y dirán a los de la otra: "Subamos a aplacar al Señor; yo también iré a contemplar al Señor del universo.
Y vendrán pueblos numerosos, llegarán poderosas naciones buscando al Señor del universo en Jerusalén y queriendo aplacar al Señor».
«Esto dice el Señor del universo: En aquellos días, diez hombres de lenguas distintas de entre las naciones se agarrarán al manto de un judío diciendo: “ Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros”».
Palabra de Dios


Israel, tras vivir la durísima experiencia del Destierro, experimenta de nuevo con extraordinaria fuerza la presencia de Dios en sus vidas. Una nueva oportunidad se abre si vuelven a la Alianza y hacen penitencia respecto a sus pecados e infidelidades. Pero no solo para ellos, sino que, por boca de Zacarías, el Todopoderoso quiere hacer de Israel la gran referencia de Salvación para todas las naciones.

En este texto el Señor nos quiere recordar la gran responsabilidad que tenemos los cristianos ante Dios y ante nuestros hermanos. Cristo nos dio la salvación y nosotros debemos de cuidar esa salvación por eso que Cristo nos dejó su Santo Espíritu que es lo único que necesitamos. La Iglesia sólo tiene sentido si promueve y edifica entre los hombres el Reino de Amor con la ayuda de la Gracia y nuestra perseverancia. Ojalá seamos esa referencia de Dios a nuestras familias, amigos y comunidad para que ellos puedan decir “queremos ir con vosotros porque hemos oído decir que Dios está con vosotros”.

Salmo 86,1-3.4-5.6-7 R/. Dios está con nosotros

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-56
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
De camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Palabra del Señor


Jesús había tomado la firme resolución de ir a Jerusalén y, para ello, no duda en transitar por el trayecto más corto, pero más complicado y no carente de riesgos, de cruzar por Samaría, región considerada por los judíos ortodoxos como impura ya que sus habitantes, también judíos aunque emparentados con gentiles, no admitían a Jerusalén y su Templo como el centro de la verdadera religión. Lucas no duda en recoger esta tradición que nos revela ciertamente que para Cristo,  Dios no tiene otro Templo que el corazón de los hombres.

Ante aquel rechazo, Santiago y Juan proponen una solución radical: hacer que baje fuego del cielo y terminar con aquellos samaritanos para siempre. La imagen es viva y actual. Casi se puede ver a los reactores israelíes volando sobre los campos y ciudades de Gaza o Cisjordania lanzando sus misiles (fuego del cielo) y destruyendo para siempre a los palestinos. Este es uno de los tantos ejemplos de israelíes y palestinos pero se podían haber puesto muchos otros. Los misiles siguen volando siempre en nombre de la defensa de nuestros altos intereses. Irak, Irán, Afganistán y tantos otros países se someten unos a otros a ese fuego del cielo que no soluciona nada y que no hace más que enconar los rencores, los odios y la división entre los pueblos.

El camino hacia Jerusalén es un itinerario necesario para la Salvación integral a la que todos estamos llamados, también los samaritanos. Es un camino de amor y sacrificio. También de rechazo e incomprensiones, incluso de sus propios discípulos y para todos quienes tomamos la decisión de seguir a Cristo.
Jesús es sencillo pero revolucionario: “No sabéis de qué espíritu sois. Porque no he venido a perder a los hombres sino a salvarlos.” Es otro planteamiento tan distinto al nuestro habitual que incluso hoy nos cuesta entenderlo en la Iglesia. Y demasiadas veces nos dedicamos a condenar en lugar de perdonar, salvar, curar, acoger y hacer fraternidad.

Señor qué grande es nuestra responsabilidad que tenemos ante ti y ante nuestros hermanos. La iglesia que tú fundaste está basada en el amor, la fraternidad, en la inclusión, en el perdón y tú mismo nos da la gracia de hacerlo porque un pedacito del corazón de Dios está en mi. Dame la gracia de ser buenos referentes donde habita Dios para nuestras familias, amigos y comunidad, que todos ellos puedan decir “queremos ir con vosotros porque hemos oído decir que Dios está con vosotros”. No permitas que nuestra falta de amor terminemos condenando en vez de perdonar, de destruir en vez de salvar, de rechazar en vez de acoger y de desunir en vez de vivir en fraternidad, Amén.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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