lunes, 20 de septiembre de 2021

Eres extensión de la Luz de Cristo o eres extensión de la luz de la oscuridad

 


Eres extensión de la Luz de Cristo o eres extensión de la luz de la oscuridad


Primera lectura
Comienzo del libro de Esdras 1,1-6:
El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para que se cumpliera la palabra del Señor por boca de Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, para que proclamara de palabra y por escrito en todo su reino:
«Esto dice Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén de Judá. El que de vosotros pertenezca a su pueblo, que su Dios sea con él, que suba a Jerusalén de Judá, a reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén. Y a todos los que hayan quedado, en el lugar donde vivan, que las personas del lugar en donde estén les ayuden con plata, oro, bienes y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios que está en Jerusalén».
Entonces, los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos a quienes Dios había despertado el espíritu, se pusieron en marcha hacía Jerusalén para reconstruir el templo del Señor.
Todos los vecinos les ayudaron con toda clase de plata, oro, bienes, ganado y objetos preciosos, además de las ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios


En esta primera lectura notamos cómo la acción de Dios mueve y despierta el corazón de los reyes a hacer su voluntad.

Para entender cuál es el mensaje que nos trae esta primera lectura debemos de ubicarnos en el contexto. Muchos de los judíos deportado en Babilonia se habían adaptado a vivir en tierra extranjera e incluso se habían enriquecido, es por ello, por lo que no todos quisieron regresar, ni hubo una imposición por parte del rey a la salida. El motivo principal del regreso a la patria no será otro que reedificar el templo de Yahvé en Jerusalén. Con el fin de invitar a emprender el regreso el rey hace un llamamiento a todos los que conviven con los judíos para que les ayuden con plata, oro, utensilios y ganados, cosas necesarias tanto para el largo viaje cuanto para poder rehacer su vida en Judá. Dios por mediación de Ciro no se olvida de su pueblo y lo provee, como lo ha hecho siempre, de aquello que necesitan para la vida, no solo el alimento sino también su presencia y su compañía.
Los vecinos, es decir, aquellos con los que el pueblo de Israel ha convivido, judíos o no, se muestran generosos, y se prestan a compartir unos bienes que no esperan ser devueltos. Finalmente, algunos grupos de judíos escuchan la voz de Dios que les apremia y anima a subir a Jerusalén y reconstruir el templo del Señor. Volver después de años de exilio no es fácil, hay que reconstruirse para construir una vida nueva en la que él Señor es su auxilio y su guía.

Esto nos trae como enseñanza que muchas veces el Señor permite que algunas cosas sucedan en nuestra vida porque tiene un plan mejor, por ejemplo descubrir aquellas cosas que aún no han sido sanadas, rencores, envidias, celos, orgullo, desamor, tristeza, temor, angustia, etc. Es por eso que en vez de renegar, maldecir, o estar enojados por lo que a veces vivimos, más bien pidámosle al Señor que nos de los ojos de la fe para que podamos ver como Él mueve los hilos de nuestra vida, descubriendo su presencia en cada situación y esto nos ayudará a despertar en nosotros la confianza en Él;  Cuando descubrimos que no estamos solos entonces nuestros oídos van a estar atentos a su voz, su voz que nos anima a creerle a Él, esperar y confiar en sus planes. Pidámosle al Señor que mueva y despierte nuestro corazón para hacer su voluntad.    

Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6 R/. El Señor ha estado grande con nosotros

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».
Palabra del Señor


Jesus nos dijo “ Yo soy la Luz del mundo “ y el evangelio nos invita a reflexionar acerca del símbolo de la Luz.

Miremos que nos quiere enseñar Jesús. Jesus toma como referencia las pequeñas lámparas de barro, llenas de aceite y provistas de una mecha. En el texto se pide que no se oculten o tapen, sino que se coloquen en lugares que permitan la visión de las cosas y de la realidad. La luz es una característica del mensaje de Jesús, su palabra ilumina el camino hacia Dios y nos invita a ser luz para los demás. De ahí, el interés en no ocultarla, en no negar la luz a ninguna persona. Los discípulos de Jesús pronto entendieron que su misión evangelizadora consistía en comunicar la luz de Cristo resucitado a todos los que aún no la habían recibido.

Pregúntate, ¿Tú...qué luz das? Eres extensión de la Luz de Cristo o eres extensión de la luz de la oscuridad?

La lectura continúa diciéndonos, lo oculto que se conocerá un día (8,17). Esta segunda sentencia nos habla de los secretos revelados. El término ocultar, de acuerdo con la tradición judía, nos habla de los misterios de Dios que aún permanecen ocultos y que serán revelados al final de los tiempos. La luz no solo ilumina el camino, sino que tiene la capacidad de penetrar en el corazón del ser humano y desvelar cómo responde a la palabra de Dios. La Palabra de Dios talla, molesta, incomoda y si no lo hace, entonces aún estás  ciego. A algunos de nosotros nos ha sucedido que cuando escuchamos una prédica o una homilía nos sentimos señalados, como si esas palabras fueran para nosotros. Es por eso que la Palabra de Dios tiene el poder de penetrar hasta el fondo de nuestro corazón.

Llamada a la escucha y una advertencia (8,18). La tercera sentencia es con el que se exhorta a escuchar la Palabra correctamente. No solo es importante escucharla, hay que obedecerla y obedecerla es adherirse al mensaje, a la buena noticia del Reino. Si no lo hacemos entonces hay una advertencia, sobre el tener y perder.  La dinámica de la gracia y el don de Dios posibilita a todo hombre y mujer a recibir el regalo de la Palabra, cuanto más se profundiza en ella, más y más crece en nuestra vida. Sin embargo, aquel que pierde el regalo del encuentro, que lo aplaza, que es indiferente al regalo que Cristo nos quiere dar, entonces va quedando atrás, se va alejando de la luz y es presa fácil de las obras del mal.

Mi amado Jesús, te pido que desde tu misericordia no te canses de mover y despertar en mí los sentidos para hacer su voluntad. Que pueda descubrir cómo mueves los hilos de mi vida, que descubra tu presencia en cada situación para que yo pueda aprender a confiar en Ti. Tu una y otra vez me dices que no estoy solo, pero cuánto necesito que en mi crezca la fe que digo tener. Deseo escuchar tu voz que me anima a seguir adelante.  Quiero ser la extensión de tu luz, Tu luz que me lleva hacia Dios y que es guía para los demás. Tu Palabra tiene el poder de revelar los secretos que tengo en el corazón, heridas que aún no han sido sanadas y necesitan ser sanadas por ti. Dame la gracia de tenerte para no perderme en este mundo, de esta manera podré decir que el Reino de Dios vive en mi, Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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