miércoles, 22 de septiembre de 2021

Sentir vergüenza de nuestros pecados es la mejor señal que la Luz de Cristo está tocando nuestro ser.

 


Sentir vergüenza de nuestros pecados es la mejor señal que la Luz de Cristo está tocando nuestro ser.


Primera lectura
Lectura del libro de Esdras (9, 5-9):
Yo, Esdras, a la hora de la ofrenda de la tarde salí de mi abatimiento y, con mi vestidura y el manto rasgados, me arrodillé, extendí las las palmas de mis manos hacia el Señor, mi Dios, y exclamé:
«Dios mío, estoy avergonzado y confundido; no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti, porque nos hemos hecho culpables de numerosas faltas y nuestros delitos llegan hasta el cielo.
Desde la época de nuestros padres hasta hoy hemos pecado gravemente. Por causa de nuestros delitos, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a los reyes extranjeros, a la espada, a la esclavitud, al saqueo y a la vergüenza, como sucede todavía hoy.
Pero ahora, en un instante, el Señor nuestro Dios nos ha otorgado la gracia de dejarnos un resto y de concedernos un lugar en el templo santo. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud.
Porque somos esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en nuestra esclavitud, sino que nos ha otorgado el favor de los reyes de Persia, nos ha dado y respiro para reconstruir el el templo de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos ha proporcionado un refugio seguro en Judá y Jerusalén».
Palabra de Dios


En esta primera lectura notemos que a través de Esdras se destaca la conciencia del pecado que el pueblo ha cometido. Esdras se hace portavoz de esa conciencia: un prolongado lamento y el reconocimiento de la culpabilidad del pueblo, que se confiesa y se contrasta con la justicia divina; Dios se ha comportado incluso con más benevolencia ante las culpas que se merecían.

Como nos hace falta tener esa conciencia, reconocer nuestro propio pecado y además reconocer la misericordia de Dios que tiene con cada uno de nosotros. ¿Qué nos lo impide? el egoísmo, el orgullo, el creernos sentir que somos “ Muy buenos “.
Esdras da una sincera confesión penitencial, se expresa una súplica confiada al Dios de la misericordia, una misericordia que se manifiesta en tres realidades reconfortantes: la conservación de algunos que se ha mantenido fiel al Dios de la alianza, el alivio de la esclavitud merecida por la conducta vivida y la benevolencia de Dios mostrada por el imperio dominante (los persas) para con el pueblo.
Dios sabe que en las peores circunstancias, siempre hay alguien en quien se puede confiar, algunos han permanecido fieles a Dios, esto le sucedió al pueblo. En nuestro caso por ejemplo, Dios no pierde la esperanza que volvamos hacia Él, por eso una y otra vez nos espera como el hijo prodigo. Sabemos que el pecado destruye nuestra vida, los males que los aquejan ha sido por causa de la desobediencia pero también a veces es necesario o Dios lo permite para que cojamos un escarmiento o aprendamos la lección. Por último Dios se ha portado con benevolencia porque no nos ha castigado conforme a nuestros pecados, Él mismo lo dijo “ Yo no vine a juzgar al mundo sino para que todos se salven” .  

Pidámosle al Señor que nos ayude a reconocer nuestro propio pecado, más que el del heman@. Que en nosotros crezca la confianza en Él, porque no somos nada sin El, que tengamos la convicción de que Él está siempre con nosotros y nos cuida.  Que el Espíritu Santo nos ilumine y nos guíe como también que nosotros seamos dóciles a sus inspiraciones, para que seamos obedientes y no tengamos que pasar por algún escarmiento o mala experiencia. Por último tenemos que reconocer la inmensa misericordia de Dios por cada uno de nosotros, porque Él no nos trata conforme a nuestros pecados.  

Salmo Tb 13,2.3-4.6 R/. Bendito sea Dios, que vive eternamente

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6)
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
Palabra del Señor


Voy a retomar la homilía de la Misa de hoy del Padre, Él nos preguntaba.. ¿Por qué es importante creer en Dios?

La respuesta está en el evangelio de hoy. Todo aquel que sigue fielmente el mensaje de Jesús tiene el poder y la autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. La razón es simple, si todo nuestro ser está lleno de Cristo, entonces es el mismo Cristo en persona quien lo hace a través de nosotros, lo que significa que nosotros somos solo un instrumento para que Dios pueda hacer las maravillas.  

La lectura continúa diciendo “ No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno”. Nuestra seguridad está solo en Dios, no tengamos temor de lo que nos pueda pasar. Demos el caso si perdemos la salud, el empleo, perdemos a un ser querido, o nos dejan solos, no te preocupes, no te angusties, dale tiempo a Dios para que obre y haga maravillas como lo hizo con su hijo Jesucristo que lo resucitó al tercer dia. Nuestra vida tiene que estar cimentada en la roca que es Cristo porque Él es el único que nunca falla. Confianza absoluta en Dios.

Por último  nos dice la lectura, “ Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudí el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos “. No creas que por ser seguidor de Cristo te van aplaudir, te van aceptar o te van a querer. Los primeros que te dejaran son los que dicen ser tus amigos, serás motivo de crítica y dudas de tu propia familia. Hay que ser capaces de aceptar el rechazo, la indiferencia, la burla, la ingratitud, que te miren con sospecha. Cristo padeció todo esto y mucho más, entonces como nosotros no lo vamos a vivir si decimos que somos sus discípulos?

Mi amado Jesús, hoy quiero sentirme como Esdras que sintió vergüenza de todo lo que te he ofendido, siempre tratando de justificar mis actos con el otro impidiendo descubrir mis propios errores.  Necesito que por tu gracia pueda reconocer lo que verdaderamente hay en mi, porque esto va a cambiar mi vida de lo contrario seguiré atrapado en la mentira, en mis lamentaciones, en la falta de perdón.  Ayúdame Señor a sentir vergüenza y culpa ante ti, como también que pueda reconocer tu inmenso amor y misericordia que tienes para darme, porque tu a pesar de todo me amas y me sigues bendiciendo. Gracias por tenerme tanta paciencia, perdoname por las veces que te ofendo a través de mis acciones con los demás. Hoy me dices el poder que tu me das si te sigo, el poder y la autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Gracias por creer en mí y por la misión que me das como es amar y curar. Necesito que mi vida renazca contigo desde el agradecimiento y la humildad más profunda. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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