jueves, 16 de septiembre de 2021

“Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”

 




“Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 12-16
Querido hermano:
Que nadie te menosprecie por tu juventud; sé, en cambio, un modelo para los fieles en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la pureza.
Hasta que yo llegue, centra tu atención en la lectura, la exhortación, la enseñanza.
No descuides el don que hay en ti, que te fue dado por intervención profética con la imposición de manos del presbiterio.
Medita estas cosas y permanece en ellas, para que todos vean cómo progresas.
Cuida de ti mismo y de la enseñanza. Sé constante en estas cosas; pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.
Palabra de Dios

A todos nos ha sucedido que tenemos más empatía con algunos predicadores que con otros. Algunos prefieren predicadores no tan regañones, otros los prefieren de su misma nacionalidad y que hablen en su idioma, otros que sus sermones u homilías no sean tan extensas, otros que den ejemplos concretos de cómo se practica la Palabra de Dios en sus vidas, otros prefieren los predicadores jóvenes, en fin.  

A esto se refiere la primera lectura. Pablo se da cuenta que algunos de los oyentes de Timoteo no le tenían en mucha consideración por ser demasiado joven. San Pablo le anima a que salve ese obstáculo. La mejor manera para ello es que sea un “modelo para sus fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez”.

Muchos de nosotros podemos saber los versículos de la Biblia de memoria. Eso no es lo que realmente importa. Hay que vivir aquello que predica. De lo contrario, correrá el peligro de que no se le haga caso… Pablo le da ánimo a Timoteo que no se preocupe por ser tan joven y predicar el mensaje de Cristo, más bien que se esfuerce en vivir aquello que predica. En mi caso por ejemplo, las grandes lecciones de vida me las han dado los jóvenes y los niños, y no necesariamente porque sean muy fervorosos y practiquen la religiosidad, sino porque ellos han experimentado el amor de Dios de otra manera y es por eso que cuando ellos se acercan a algún sacramento como por ejemplo la Eucaristía son más conscientes que hasta nosotros porque lo hacen.      
Las recomendaciones de Pablo a Timoteo no es solo para los predicadores. Todos nosotros tenemos una tarea y es cuidar los dones que el mismo Dios nos ha dado y es a través de la lectura de la Palabra, porque como dice San Jerónimo, “ El que no lee la Palabra de Dios, no conoce a Dios”. Pero además de leerla, ella nos anima y nos enseña; de la misma manera nosotros debemos de evangelizar a quienes tenemos a nuestro lado.

Salmo  110,7-8.9.10 R/. Grandes son las obras del Señor

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte».
El contestó:
«Dímelo, maestro».
Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?»
Respondió Simón y dijo:
«Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús:
«Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no mediste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo:
«Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».
Pero él dijo a la mujer:
«Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Palabra del Señor

En el evangelio vemos dos contrastes, el fariseo y la pecadora. De ambos aprendemos cosas muy valiosas.

La lectura nos dice que el fariseo Simón invita a Jesús a su casa, pero no lo toca, mantiene las distancias de seguridad. Admira a Jesús, quizás por eso lo invitó a su casa. Una cosa es admirar y otra cosa es conocer. Es por eso que el fariseo dice “Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora”. El fariseo es cortés,  mantiene en su posición, en otras palabras no se entrega.
La mujer pecadora da el primer paso: se introduce en la casa. Besa y unge a Jesús con perfume y lágrimas. No pierde el tiempo en averiguar “quién es”: se entrega sin condiciones. No justifica su conducta. Deja que fluyan las lágrimas. No pronuncia palabra. Su cuerpo entero se hace palabra. El fariseo tiene muchos prejuicios, se cree “ muy bueno “, y por no conocerse a profundidad desprecia lo que tiene frente a sus ojos. La mujer pecadora se conoce a profundidad, sabe que no es digna de estar allí pero se salta todos los prejuicios sociales y al acercarse a Jesus le expresa su cariño y no encontró otra manera mejor de demostrarlo que regándole los pies con sus lágrimas de arrepentimiento, con sus cabellos y con un perfume.

Jesús desde su misericordia intenta de ayudar a Simón y hacerle comprender su postura ante la mujer pecadora, le habla de dos deudores, uno con mucha deuda y otro con otra claramente inferior. El prestamista les perdona a los dos. Y hace caer en la cuenta a Simón que el de mayor deuda le amará más que el otro. Y concluye refiriéndose a la mujer pecadora y arrepentida: “Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”. Y a ella le dijo: “Tus pecados están perdonados”. Quien ama… queda perdonado.

 No seamos como el fariseo que presumimos que Jesus hace parte de nuestra vida pero en verdad ni lo conocemos. Es imposible estar caminando con Jesús varias millas del camino y que nuestra vida siga de la misma manera.  No pidamos tantos milagros, menos  preguntas y más donación, menos sospechas y más lágrimas. Jesús nos muestra a todos el camino de su amor y de su perdón, solo es tener la actitud como la pecadora, entrega total y sin condiciones, no justifica su conducta porque se conoce a profundidad.  

Mi amado Jesús, tu corazón es tan grande que en él todos cabemos. No permitas que el orgullo y la soberbia que habitan en mi desprecie lo que tu traes para ofrecerme. Tu Señor ya has dado el paso en acercarte a mi, me has tendido la mano para levantarme y sostenerme,  regalame la humildad de tomar tu mano para caminar contigo sin preguntas, ni condiciones. Cerca de ti podré conocerme a profundidad porque Tu Palabra trae claridad a mi vida.  Dame la gracia de reconocer mis pecados y arrepentirme de ellos, que sienta el dolor profundo en las entrañas y a la vez experimente tu amor, porque el que conoce la gravedad del pecado y es perdonado descubre la inmensidad del amor, Amén.    

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!



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Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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