jueves, 21 de febrero de 2019

Lectio Divina

ABRE TU BOCA A LA PALABRA DE DIOS
En todo momento, tu corazón y tu boca deben meditar la sabiduría, y tu lengua
proclamar la justicia, siempre debes llevar en el corazón la ley de tu Dios. Por esto, te dice
la Escritura: Hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
Hablemos, pues, del Señor Jesús, porque él es la sabiduría, él es la palabra, y Palabra de
Dios.
Porque también está escrito: Abre tu boca a la palabra de Dios. Por él anhela quien
repite sus palabras y las medita en su interior. Hablemos siempre de él. Si hablamos de
sabiduría, él es la sabiduría; si de virtud, él es la virtud; si de justicia, él es la justicia; si de
paz, él es la paz; si de la verdad, de la vida, de la redención, él es todo esto.
Está escrito: Abre tu boca a la palabra de Dios. Tú ábrela, que él habla. En este sentido
dijo el salmista: Voy a escuchar lo que dice el Señor, y el mismo Hijo de Dios dice: Abre tu
boca que te la llene. Pero no todos pueden percibir la sabiduría en toda su perfección,
como Salomón o Daniel; a todos, sin embargo, se les infunde, según su capacidad, el
espíritu de sabiduría, con tal de que tengan fe. Si crees, posees el espíritu de sabiduría.
Por esto, medita y habla siempre las cosas de Dios, estando en casa. Por la palabra
casa podemos entender la iglesia o, también, nuestro interior, de modo que hablemos en
nuestro interior con nosotros mismos. Habla con prudencia, para evitar el pecado, no sea
que caigas por tu mucho hablar. Habla en tu interior contigo mismo como quien juzga.
Habla cuando vayas de camino, para que nunca dejes de hacerlo. Hablas por el camino si
hablas en Cristo, porque Cristo es el camino. Por el camino, háblate a ti mismo, habla a
Cristo. Atiende cómo tienes que hablarle: Quiero -dice-que los hombres recen en
cualquier lugar alzando las manos limpias de iras y divisiones. Habla, oh hombre, cuando
te acuestes, no sea que te sorprenda el sueño de la muerte. Atiende cómo debes hablar al
acostarte: No daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un
lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.
Cuando te levantes, habla también de él, y cumplirás así lo que se te manda. Fíjate
cómo te despierta Cristo. Tu alma dice: Oigo a mi amado que llama, y Cristo responde:

Ábreme, amada mía. Ahora ve cómo despiertas tú a Cristo. El alma dice: ¡Muchachas de
Jerusalén, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor! El amor es
Cristo.

Responsorio 1 Co 1, 30-31; Jn 1, 16

R. Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y
redención; * y así -como dice la Escritura-«el que se gloría, que se gloríe en el Señor».
V. De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.
R. Y así -como dice la Escritura-«el que se gloria, que se gloríe en el Señor».

Oración

Oremos:
Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sinceros de corazón, concédenos
vivir por tu gracia de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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