viernes, 8 de febrero de 2019

Lectio Divina

LLEGARÉIS A VUESTRA PLENITUD, SEGÚN LA PLENITUD TOTAL DE CRISTO

Los que han llegado a ser hijos de Dios y han sido hallados dignos de renacer de lo alto
por el Espíritu Santo y poseen en sí a Cristo, que los ilumina y los crea de nuevo, son
guiados por el Espíritu de varias y diversas maneras, y sus corazones son conducidos de
manera invisible y suave por la acción de la gracia.
A veces, lloran y se lamentan por el género humano y ruegan por él con lágrimas y
llanto, encendidos de amor espiritual hacia el mismo.
Otras veces, el Espíritu Santo los inflama con una alegría y un amor tan grandes que, si
pudieran, abrazarían en su corazón a todos los hombres, sin distinción de buenos o malos.
Otras veces, experimentan un sentimiento de humildad que los hace rebajarse por
debajo de todos los demás hombres, teniéndose a sí mismos por los más abyectos y
despreciables.

Otras veces, el Espíritu les comunica un gozo inefable. Otras veces, son como un
hombre valeroso que, equipado con toda la armadura regia y lanzándose al combate,
pelea con valentía contra sus enemigos y los vence. Así también el hombre espiritual,
tomando las armas celestiales del Espíritu, arremete contra el enemigo y lo somete bajo
sus pies.
Otras veces, el alma descansa en un gran silencio, tranquilidad y paz, gozando de un
excelente optimismo y bienestar espiritual y de un sosiego inefable.
Otras veces, el Espíritu le otorga una inteligencia, una sabiduría y un conocimiento
inefables, superiores a todo lo que pueda hablarse o expresarse.
Otras veces, no experimenta nada en especial.

De este modo, el alma es conducida por la gracia a través de varios y diversos estados,
según la voluntad de Dios que así la favorece, ejercitándola de diversas maneras, con el
fin de hacerla íntegra, irreprensible y sin mancha ante el Padre celestial.
Pidamos también nosotros a Dios, y pidámoslo con gran amor y esperanza, que nos
conceda la gracia celestial del don del Espíritu, para que también nosotros seamos
gobernados y guiados por el mismo Espíritu, según disponga en cada momento la
voluntad divina, y para que él nos reanime con su consuelo multiforme; así, con la ayuda
de su dirección y ejercitación y de su moción espiritual, podremos llegar a la perfección de
la plenitud de Cristo, como dice el Apóstol: Así llegaréis a vuestra plenitud, según la
plenitud total de Cristo.

Responsorio 1 Jn 2, 20. 27; J1 2, 23

R. Vosotros poseéis la unción que viene del Santo; y la unción que de él habéis recibido
permanece en vosotros, * y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe.
V. Alegraos y gozaos en el Señor vuestro Dios, porque os ha dado al Maestro de la justicia.
R. Y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe.

Oración

Oremos:
Señor, concédenos, amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a
todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

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