El bien que hay en nosotros es porque viene de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 7, 18-24
" Yo quiero hacer lo bueno, pero lo que está a mi alcance es hacer el mal "
Sal 118,66.68.76.77.93.94 R/. Instrúyeme, Señor, en tus decretos
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente:
«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede. Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede.
Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?
Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».
Palabra del Señor
Así como soy capaz de reconocer los signos de afuera hasta llegar a predecir lo que va suceder, hoy Señor me invitas a reconocer los signos de tu presencia en mi vida. El día a día me atrapa con su afán, el ruido me distrae y no me hace posible encontrarme conmigo mismo para que descubra lo que Tu me quieres decir a través de cada situación que se me presenta. Cada situación es una bendición porque me ayudan a crecer y a madurar, a agradecer y soltar, a crecer en el amor,en el perdón y en la misericordia.
Tu sabes Señor que desde lo profundo de mi ser deseo hacer el bien pero... cómo explicar que terminó haciendo el mal lastimando a quienes están cerca de mi? Tu me creaste a tu imagen y semejanza, esto significa que yo puedo alcanzar tus mismos sentimientos, actuar como tu, amar y perdonar como Tu.
Tu me llenas de Tu gracia para que mi corazón actúe desde el amor, pero mi voluntad termina haciendo todo lo contrario porque cuando llegan los recuerdos, esas heridas que aún no han sanado invaden mi corazón alimentando el enojo, la tristeza, el dolor y la amargura.
Sana Señor mi memoria para que cuando lleguen esos recuerdos dolorosos que me quieren atrapar sea Tu corazón el que me acoja y me sumerja en Tu amor misericordioso para que yo pueda mirar y abrazar al otro desde la compasión. Tú Señor me enseñas la bondad, la prudencia, el conocimiento y creas en mí un hombre nuevo. Actúa Señor sobre mi voluntad para poder gustar y comprender tus mandatos, el mandato que es la Ley del amor pudiendo así hacer el bien en todo momento experimentando el gozo y la paz que solo viene de ti. Gracias Señor porque Tu gracia es la que me salva, porque desde mis fuerzas no puedo hacer el bien. Por eso si hay algo bueno en mí, es porque Tu Señor lo has puesto en mi y por eso te doy gracias por eso. Amen.
Dios te bendiga,
¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!
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