viernes, 9 de febrero de 2024

Abre tu ser interior para que sea llenado por el amor de Dios.

 


Abre tu ser interior para que sea llenado por el amor de Dios.


Primera lectura: Primer Libro de los Reyes 11,29-32; 12,19
" División consumada"

Sal 80,10.11ab.12-13.14-15 R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.  Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es: «ábrete»).  Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.  Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor

Señor tú actúas en todo momento de nuestra historia y permites que lleguemos hasta el límite en las dificultades porque es allí donde se revela lo que hay verdaderamente en el corazón humano. El problema no son las dificultades sino cómo enfrentamos esas dificultades, porque dependiendo del manejo que les demos aparecerán nuestros pecados. A pesar Señor de que nosotros justifiquemos nuestra división, y nuestro aislamiento, tu plan de salvación avanza y nunca apartas tu bendición. Las rupturas no se deben leer como destrucción o derrota, más bien es lo que nos permitirá reconocer cómo está nuestra coherencia de vida, si realmente somos personas íntegras. No podemos seguir viviendo en espiritualidades superficiales y haciendo el mal al prójimo, como también actuar desde nuestros intereses personales o estar donde más nos convenga.  Es necesario tocar fondo para que volvamos a salir de nuevo a la superficie como hombres y mujeres nuevas en Cristo. 

Tu voz no solo me susurra y me habla al oído, tu voz quiere llegar hasta lo más profundo de mi corazón para sanarme de la ceguera y la sordera. Vivimos encerrados en nosotros mismos, en nuestros caprichos, en nuestras estructuras mentales, encerrados en el dolor, en el resentimiento, en el enojo y en la ira. Nos encerramos en un mundo donde solo existen los que somos pares, los que pensamos y actuamos igual. Hoy tú Señor me dices que abra mi corazón para que tú puedas entrar y vivir en mi. Como necesito poder mirar como tú miras, desde el amor y la compasión. Que mis oídos se abran para escuchar tu palabra y ser dócil a lo que me pide que haga. Que mis labios se abran para ser un mensajero del amor de Dios y así proclamar que el Reino de Dios está en medio de nosotros. Que mis manos se abran para abrazar y acoger a todos aquellos que pongas en mi camino y que se abra mi mente para que tu cambies mi manera de pensar y de actuar, y dar gloria al Dios del amor. Amen.

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

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