miércoles, 28 de febrero de 2024

La envidia y la vanagloria...

 


La envidia y la vanagloria...

Lectura del libro de Jeremías 18, 18-20
" Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera."

Salmo 30, 5-6. 14. 15-16 R/. 
" Sálvame, Señor, por tu misericordia "

Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 17-28
" ¿Qué deseas? "


Hoy Senor me hablas de los vicios como son la envidia y la vanagloria. La envidia es sentir rabia porque el otro hace el bien. EL envidioso tiene un rostro triste, mantiene baja la mirada, parece estar constantemente examinando el suelo, pero en realidad no ve nada, porque su mente está envuelta en pensamientos llenos de maldad. El problema es que la envidia si no se controla, conduce al odio del otro, hasta terminar exterminandolo. Cuando alimento la envidia en mi corazón estoy poniendome en el lugar de Dios porque pensamos que nosotros nos merecemos lo que al otro le está sucediendo, sus éxitos y buena suerte. La raíz de este vicio está en tener una falsa idea de Dios, no aceptamos que Dios actúe de cierta manera que es diferente a las nuestras. Nuestra lógica es egoísta, en cambio la lógica de Dios es el amor. 

La vanagloria junto con la envidia son característicos de la persona que aspira a ser el centro del mundo, libre de explotar todo y a todos, el objeto de toda alabanza y amor. La vanagloria es una autoestima inflada  y sin fundamentos, carece de empatía y no se da cuenta de que hay otras personas en el mundo además de él. Sus relaciones son siempre instrumentales marcadas por la prepotencia hacia el otro. Sus logros, sus éxitos su persona deben ser mostrados a todo el mundo, en otras palabras es un mendigo de atención.     

Senor hoy me pides " ¿Qué deseas? ", y lo que necesito es una purificación interior para reconocer lo que llevo y me mueve por dentro. Si es verdad que allí donde está mi tesoro, está mi corazón. Entonces, para reconocer cuál es mi tesoro basta con ver dónde está mi corazón. En el corazón habitan nuestros deseos y tu Senor no vienes a frustrar nuestros deseos sino a llevarlos a plenitud; a elevarlos a un plano muy superior que nuestra ridícula ansia de ser, de poder y de aparentar.

Por tu misericordia radica los dos vicios como es la envidia y la vanagloria, que si pretendo ser Dios es para vivir en la lógica del amor,  y que si me glorío es de  mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo, Amén. 

Dios te bendiga,

¡Alabado sea Jesucristo por siempre sea alabado!

--

Que la paz y el Amor del Señor permanezca en tu corazón como en el mio...
     Sandra Yudy Zapata Escudero

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