EL RESTO DE ISRAEL PASTARÁ Y SE TENDERÁ SIN SOBRESALTOS
Yo soy el buen Pastor. Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre. Andabais descarriados omo ovejas -dice el Apóstol-, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras idas.
Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y, en otro ugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse de todo llo, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se anifiesta a sí mismo, y por sí mismo conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por l, pues es por él que alcanzamos la felicidad.
Pero, fíjate bien: nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es luz verdadera, a o ser por participación:
No era él -es decir, Juan Bautista-la luz, sino testigo de la luz. De Cristo, en cambio, se ice: Era la luz verdadera; que alumbra a todo hombre. Por ello, de nadie puede decirse ue sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo io también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello, Pedro fue pastor, y astores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos obispos. Os aré -dice la Escritura-pastores a mi gusto. Pero, aunque los prelados de la Iglesia, que ambién son hijos, sean todos llamados pastores, sin embargo, el Señor dice en singular:
Yo soy el buen Pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie uede ser buen pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se onvierte en miembro del verdadero pastor.
El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la vida por las vejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal pastor: el buen pastor es quel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el mal pastor es el que persigue su ropio bien.
A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su propia vida la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor espiritual sí que debe enunciar a su vida corporal ante el peligro de sus ovejas, porque la salvación spiritual el rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es esto precisamente lo que firma el Señor: El buen pastor da la vida -la vida del cuerpo-por las ovejas, es decir, por as que son suyas por razón de su autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que as ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no sería
suficiente.
De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros, también osotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y, en otro ugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe concluirse de todo llo, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo entra por sí mismo, pues él se anifiesta a sí mismo, y por sí mismo conoce al Padre. Nosotros, en cambio, entramos por l, pues es por él que alcanzamos la felicidad.
Pero, fíjate bien: nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es luz verdadera, a o ser por participación:
No era él -es decir, Juan Bautista-la luz, sino testigo de la luz. De Cristo, en cambio, se ice: Era la luz verdadera; que alumbra a todo hombre. Por ello, de nadie puede decirse ue sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo io también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros: por ello, Pedro fue pastor, y astores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos obispos. Os aré -dice la Escritura-pastores a mi gusto. Pero, aunque los prelados de la Iglesia, que ambién son hijos, sean todos llamados pastores, sin embargo, el Señor dice en singular:
Yo soy el buen Pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie uede ser buen pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se onvierte en miembro del verdadero pastor.
El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la vida por las vejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal pastor: el buen pastor es quel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el mal pastor es el que persigue su ropio bien.
A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no se les exige exponer su propia vida la muerte por el bien de su rebaño, pero, en cambio, el pastor espiritual sí que debe enunciar a su vida corporal ante el peligro de sus ovejas, porque la salvación spiritual el rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es esto precisamente lo que firma el Señor: El buen pastor da la vida -la vida del cuerpo-por las ovejas, es decir, por as que son suyas por razón de su autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que as ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no sería
suficiente.
De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros, también osotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Responsorio Ez 34, 12; Jn 10, 28
R. Buscaré mis ovejas, * y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron en un ía de oscuridad y nubarrones.
V. Mis ovejas nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.
R. Y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron en un día de oscuridad y ubarrones.
V. Mis ovejas nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.
R. Y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron en un día de oscuridad y ubarrones.
Oración
Oremos:
Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, inspira a tu pueblo el mor a tus preceptos y esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicissitudes el mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario