martes, 24 de septiembre de 2019

Lectio Divina

LA IGLESIA, COMO UNA VID QUE CRECE Y SE DIFUNDE POR DOQUIER
 
Las ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por montes y altos cerros; mis ovejas
se dispersaron por toda la tierra. ¿Qué quiere decir: Se dispersaron por toda la tierra? Son
las ovejas que apetecen las cosas terrenas y, porque aman y están prendadas de las cosas
que el mundo estima, se niegan a morir, para que su vida quede escondida en Cristo. Por
toda la tierra, porque se trata del amor de los bienes de la tierra, y de ovejas que andan
errantes por toda la superficie de la tierra. Se encuentran en distintos sitios; pero la
soberbia las engendró a todas como única madre, de la misma manera que nuestra única
madre, la Iglesia católica, concibió a todos los fieles cristianos esparcidos por el mundo
entero.
No tiene, por tanto, nada de sorprendente que la soberbia engendre división, del mismo
modo que la caridad engendra la unidad. Sin embargo, es la misma madre católica y el
pastor que mora en ella quienes buscan a los descarriados, fortalecen a los débiles, curan
a los enfermos y vendan a los heridos, por medio de diversos pastores, aunque unos y
otros no se conozcan entre sí. Pero ella sí que los conoce a todos, puesto que con todos
está identificada.
Efectivamente, la Iglesia es como una vid que crece y se difunde por doquier; mientras
que las ovejas descarriadas son como sarmientos inútiles, cortados a causa de su
esterilidad por la hoz del labrador, no para destruir la vid, sino para purificarla. Los
sarmientos aquellos, allí donde fueron podados, allí se quedan. La vid, en cambio, sigue
creciendo por todas partes, sin ignorar ni uno solo de los sarmientos que permanecen en
ella, de los que junto a ella quedaron podados.
Por eso, precisamente, sigue llamando a los alejados, ya que el Apóstol dice de las
ramas arrancadas: Dios tiene poder para injertarlos de nuevo. Lo mismo si te refieres a las
ovejas que se alejaron del rebaño, que si piensas en las ramas arrancadas de la vid, Dios
no es menos capaz de volver a llamar a las uvas y de volver a injertar a las otras porque él
es el supremo pastor, el verdadero labrador. Mis ovejas se dispersaron por toda la tierra,
sin que nadie, de aquellos malos pastores, las buscase siguiendo su rastro. Por eso,
pastores, escuchad la palabra del Señor: ¡Lo juro por mi vida! —oráculo del Señor—.
Fijaos cómo comienza. Es como si Dios jurase con el testimonio de su vida. ¡Lo juro por mi
vida! —oráculo del Señor—. Los pastores murieron, pero las ovejas están seguras, porque
el Señor vive. Por mi vida —oráculo del Señor—. ¿Y quiénes son los pastores que han
muerto? Los que buscaban su interés y no el de Cristo. ¿Pero es que llegará a haber y se
podrá encontrar pastores que no busquen su propio interés, sino el de Cristo? Los habrá
sin duda, se los encontrará con seguridad, ni faltan ni faltarán.

Responsorio 2 Co 3, 4. 6. 5

R. Por medio de Cristo tenemos confianza y seguridad ante Dios. * Él nos capacitó para
ser ministros de la nueva alianza, la cual está fundada no en la letra, sino en el Espíritu.

V. No es que por nosotros mismos tengamos capacidad para atribuirnos algo a nuestra
cuenta, como proveniente de nosotros, sino que nuestra capacidad viene de Dios.
R. Él nos capacitó para ser ministros de la nueva alianza, la cual está fundada no en la
letra, sino en el Espíritu.

Oración

Oremos:
Oh Dios, has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo, concédenos
cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

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