martes, 2 de julio de 2019

Lectio Divina

SI BUSCARE AGRADAR A LOS HOMBRES, NO SERÍA SIERVO DE CRISTO
Si de algo podemos preciarnos es del testimonio de nuestra conciencia. Hay hombres
que juzgan temerariamente, que son detractores, chismosos, murmuradores, que se
empeñan en sospechar lo que no ven, que se empeñan incluso en pregonar lo que ni
sospechan; contra esos tales, ¿qué recurso queda sino el testimonio de nuestra
conciencia? Y ni aun en aquellos a los que buscamos agradar, hermanos, buscamos
nuestra propia gloria, o al menos no debemos buscarla, sino más bien su salvación, de
modo que, siguiendo nuestro ejemplo, si es que nos comportamos rectamente, no se
desvíen. Que sean imitadores nuestros, si nosotros lo somos de Cristo; y, si nosotros no
somos imitadores de Cristo, que tomen al mismo Cristo por modelo. Él es, en efecto, quien
apacienta su rebaño, él es el único pastor que lo apacienta por medio de los demás
buenos pastores, que lo hacen por delegación suya.
Por tanto, cuando buscamos agradar a los hombres, no buscamos nuestro propio
provecho, sino el gozo de los demás, y nosotros nos gozamos de que les agrade lo que es

bueno, por el provecho que a ellos les reporta, no por el honor que ello nos reporta a
nosotros. Está bien claro contra quiénes dijo el Apóstol: Si siguiera todavía agradando a
los hombres, no seria siervo de Cristo. Como también está claro a quiénes se refería al
decir: Procurad contentar en todo a todos, como yo, por mi parte, procuro contentar en
todo a todos. Ambas afirmaciones son límpidas, claras y transparentes. Tú limítate a pacer
y beber, sin pisotear ni enturbiar.
Conocemos también aquellas palabras del Señor Jesucristo, maestro de los apóstoles:
Alumbre vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a
vuestro Padre que está en el cielo, esto es, al que os ha hecho tales. Nosotros somos su
pueblo, el rebaño que él guía. Por lo tanto, él ha de ser alabado, ya que él es de quien
procede la bondad que pueda haber en ti, y no tú, ya que de ti mismo no puede proceder
más que maldad. Sería contradecir a la verdad si quisieras ser tú alabado cuando haces
algo bueno, y que el Señor fuera vituperado cuando haces algo malo.
El mismo que dijo: Alumbre vuestra luz a los hombres, dijo también en la misma
ocasión: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres. Y, del mismo
modo que estas palabras te parecían contradictorias en boca del Apóstol, así también en el
Evangelio. Pero si no enturbias el agua de tu corazón, también en ellas reconocerás la paz
de las Escrituras, y participarás tú también de su misma paz.
Procuremos, pues, hermanos, no sólo vivir rectamente, sino también obrar con rectitud
delante de los hombres, y no sólo preocuparnos de tener la conciencia tranquila, sino
también, en cuanto lo permita nuestra debilidad y la vigilancia de nuestra fragilidad
humana, procuremos no hacer nada que pueda hacer sospechar mal a nuestro hermano
más débil, no sea que, comiendo hierba limpia y bebiendo un agua pura, pisoteemos los
pastos de Dios, y las ovejas más débiles tengan que comer una hierba pisoteada y beber
un agua enturbiada.

Responsorio Flp 2, 2. 34; 1 Ts 5, 14. 15

R. Dadme esta gran alegría: Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un
mismo sentir; dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás.
* No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
V. Sostened a los débiles, tened paciencia con todos; procurad siempre el bien entre
vosotros y para con todos.
R. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

Oración

Oremos:
Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz;
concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de
la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

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