martes, 9 de julio de 2019

Lectio Divina

LOS DE FUERA, LO QUIERAN O NO, SON HERMANOS NUESTROS
Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no sólo para con vosotros
mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que todavía no
creen en Cristo, ya de los que están separados de nosotros, que reconocen a Cristo como
cabeza, igual que nosotros, pero están divididos de su cuerpo. Deploremos, hermanos, su
suerte, sabiendo que se trata de nuestros hermanos. Lo quieran o no, son hermanos
nuestros. Dejarían de serlo si dejaran de decir: Padre nuestro.
Dijo de algunos el profeta: A los que os dicen: "No sois hermanos nuestros", decidles:
"Sois hermanos nuestros." Atended a quiénes se refería al decir esto. ¿Por ventura a los
paganos? No, porque, según el modo de hablar de las Escrituras y de la Iglesia, no los
llamamos hermanos. ¿Por ventura a los judíos, que no creyeron en Cristo?
Leed los escritos del Apóstol, y veréis que, cuando dice "hermanos", sin más, se refiere
únicamente a los cristianos: Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano ? o ¿por qué desprecias a
tu hermano? Y dice también en otro lugar: Sois injustos y ladrones, y eso con hermanos
vuestros.
Ésos, pues, que dicen: "No sois hermanos nuestros", nos llaman paganos. Por esto,
quieren bautizarnos de nuevo, pues dicen que nosotros no tenemos lo que ellos dan. Por
esto, es lógico su error, al negar que nosotros somos sus hermanos. Mas, ¿por qué nos
dijo el profeta: Decidles: "Sois hermanos nuestros", sino porque admitimos como bueno
su bautismo y por esto no lo repetimos? Ellos, al no admitir nuestro bautismo, niegan que
seamos hermanos suyos; en cambio, nosotros, que no repetimos su bautismo, porque lo
reconocemos igual al nuestro, les decimos: Sois hermanos nuestros.
Si ellos nos dicen: "¿Por qué nos buscáis, para qué nos queréis?", les respondemos:
Sois hermanos nuestros. Si dicen: "Apartaos de nosotros, no tenemos nada que ver con
vosotros," nosotros sí que tenemos que ver con ellos: si reconocemos al mismo Cristo,
debemos estar unidos en un mismo cuerpo y bajo una misma cabeza.
Os conjuramos, pues, hermanos, por las entrañas de caridad, con cuya leche nos
nutrimos, con cuyo pan nos fortalecemos, os conjuramos por Cristo, nuestro Señor, por su
mansedumbre, a que usemos con ellos de una gran caridad, de una abundante
misericordia, rogando a Dios por ellos, para que les dé finalmente un recto sentir, para que

reflexionen y se den cuenta que no tienen en absoluto nada que decir contra la verdad; lo
único que les queda es la enfermedad de su animosidad, enfermedad tanto más débil
cuanto más fuerte se cree. Oremos por los débiles, por los que juzgan según la carne, por
los que obran de un modo puramente humano, que son, sin embargo, hermanos nuestros,
pues celebran los mismos sacramentos que nosotros, aunque no con nosotros, que
responden un mismo Amén que nosotros, aunque no con nosotros; prodigad ante Dios
por ellos lo más entrañable de vuestra caridad.

Responsorio Cf. Ef 4, 1. 3-4

R. Os ruego, por el Señor, que andéis como pide la vocación a la que habéis sido
convocados. * Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
V. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la
vocación a la que habéis sido convocados.
R. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.

Oración

Oremos:
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída,
concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido liberados de la
esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

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