DICHOSOS NOSOTROS SI HUBIÉRAMOS CUMPLIDO LOS MANDAMIENTOS DE DIOS EN LA CONCORDIA DE LA CARIDAD
Ya veis, queridos hermanos, cuán grande y admirable cosa es la caridad, y cómo no es
posible describir su perfección. ¿Quién será capaz de estar en ella, sino aquellos a quienes
Dios mismo hiciere dignos? Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia,
nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables. Todas las
generaciones, desde Adán hasta el día de hoy, han pasado; mas los que fueron perfectos
en la caridad según la gracia de Dios, ocupan el lugar de los justos, los cuales se
manifestarán en la visita del reino de Cristo. Está escrito, en efecto: Entrad en los
aposentos un breve instante, mientras pasa mi cólera, y me acordaré del día bueno y os
haré salir de vuestros sepulcros.
Dichosos nosotros, queridos hermanos, si hubiéremos cumplido los mandamientos de
Dios en la concordia de la caridad, a fin de que por la caridad se nos perdonen nuestros
pecados. Porque está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a guíen le han
sepultado su pecado; dichoso el hombre a guíen el Señor no le apunta el delito y en cuya
boca no se encuentra engaño. Esta bienaventuranza fue concedida a los que han sido
escogidos por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea dada gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
Roguemos, pues, que nos sean perdonadas cuantas faltas y pecados hayamos cometido
por asechanzas de nuestro adversario, y aun aquellos que han encabezado sediciones y
banderías deben acogerse a nuestra común esperanza. Pues los que proceden en su
conducta con temor y caridad prefieren antes sufrir ellos mismos y no que sufran los
demás; prefieren que se tenga mala opinión de ellos mismos, antes que sea vituperada
aquella armonía y concordia que justa y bellamente nos viene de la tradición. Más le vale
a un hombre confesar sus caídas, que endurecer su corazón.
Ahora bien, ¿hay entre vosotros alguien que sea generoso? ¿Alguien que sea
compasivo? ¿Hay alguno que se sienta lleno de caridad? Pues diga: "Si por mi causa vino
la sedición, contienda y escisiones, yo me retiro y me voy a donde queráis, y estoy pronto
a cumplir lo que la comunidad ordenare, con tal de que el rebaño de Cristo se mantenga
en paz con sus ancianos establecidos". El que esto hiciere se adquirirá una grande gloria
en Cristo, y todo lugar lo recibirá, pues del Señor es la tierra y cuanto la llena. Así han
obrado y así seguirán obrando quienes han llevado un comportamiento digno de Dios, del
cual no cabe jamás arrepentirse.
posible describir su perfección. ¿Quién será capaz de estar en ella, sino aquellos a quienes
Dios mismo hiciere dignos? Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia,
nos permita vivir en la caridad, sin humana parcialidad, irreprochables. Todas las
generaciones, desde Adán hasta el día de hoy, han pasado; mas los que fueron perfectos
en la caridad según la gracia de Dios, ocupan el lugar de los justos, los cuales se
manifestarán en la visita del reino de Cristo. Está escrito, en efecto: Entrad en los
aposentos un breve instante, mientras pasa mi cólera, y me acordaré del día bueno y os
haré salir de vuestros sepulcros.
Dichosos nosotros, queridos hermanos, si hubiéremos cumplido los mandamientos de
Dios en la concordia de la caridad, a fin de que por la caridad se nos perdonen nuestros
pecados. Porque está escrito: Dichoso el que está absuelto de su culpa, a guíen le han
sepultado su pecado; dichoso el hombre a guíen el Señor no le apunta el delito y en cuya
boca no se encuentra engaño. Esta bienaventuranza fue concedida a los que han sido
escogidos por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea dada gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
Roguemos, pues, que nos sean perdonadas cuantas faltas y pecados hayamos cometido
por asechanzas de nuestro adversario, y aun aquellos que han encabezado sediciones y
banderías deben acogerse a nuestra común esperanza. Pues los que proceden en su
conducta con temor y caridad prefieren antes sufrir ellos mismos y no que sufran los
demás; prefieren que se tenga mala opinión de ellos mismos, antes que sea vituperada
aquella armonía y concordia que justa y bellamente nos viene de la tradición. Más le vale
a un hombre confesar sus caídas, que endurecer su corazón.
Ahora bien, ¿hay entre vosotros alguien que sea generoso? ¿Alguien que sea
compasivo? ¿Hay alguno que se sienta lleno de caridad? Pues diga: "Si por mi causa vino
la sedición, contienda y escisiones, yo me retiro y me voy a donde queráis, y estoy pronto
a cumplir lo que la comunidad ordenare, con tal de que el rebaño de Cristo se mantenga
en paz con sus ancianos establecidos". El que esto hiciere se adquirirá una grande gloria
en Cristo, y todo lugar lo recibirá, pues del Señor es la tierra y cuanto la llena. Así han
obrado y así seguirán obrando quienes han llevado un comportamiento digno de Dios, del
cual no cabe jamás arrepentirse.
Responsorio 1 Jn 4, 21; Mt 22, 40
R. Hemos recibido de Dios este mandamiento: *Quien ama a Dios ame también a su
hermano.
V. Estos dos mandamientos son el fundamento de toda la ley y los profetas.
R. Quien ama a Dios ame también a su hermano.
hermano.
V. Estos dos mandamientos son el fundamento de toda la ley y los profetas.
R. Quien ama a Dios ame también a su hermano.
Oración
Oremos:
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída,
concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido liberados de la
esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido liberados de la
esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
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